O, al menos, esa es la máxima frase del gatopardismo lampedusiano. Este gobierno, pasará a la historia sin ninguna duda, como el gobierno de la vergüenza a costa de la amnistía a los políticos secesionistas catalanes, como el propio Pedro Sánchez argüía a Feijoo: "Hubiera bastado con que mientras negociábamos nos dijeran: 'No sacrifiquen la unidad de España, no humillen a la Nación para conseguir esos 7 votos, aquí tienen los nuestros'". Esta frase resume a la perfección los objetivos políticos de nuestro señor presidente y su partido, y es que, como cualquier otro político del parlamentarismo burgués, sólo está interesado en acaparar más y más cuotas de poder.
El día 16 de noviembre se produjo la formación de gobierno. En este nuevo gobierno, por supuesto, destaca la ausencia absoluta de ministros de la coalición de Unidas Podemos, que debemos destacar presupone una izquierda muy edulcorada ya de por sí en decadencia desde la creación de un partido de nuevo cuño como Sumar, con Yolanda Díaz a la cabeza. Como no podría ser de otra manera, y como, suponemos, habría pactado previamente mantener su cargo doble de vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo en los acuerdos de gobierno con el PSOE, cargos que, por otro lado, debemos hacer frente todos nosotros como españoles. La líder conserva así su sillón en el Ministerio de Trabajo y como vicepresidenta segunda nuevamente. Como ya comentábamos antes, la creación de este nuevo partido tiene más que ver con sus propias ambiciones personales y políticas, — aumentar sus cuotas de poder —, que la mera consecución o mejora de las condiciones de vida de la clase trabajadora española .
Al final en política las candidaturas son personalistas y están basadas en el interés personal propio y no en el colectivo. Así como en 2014 aparecieron algunas figuras importantes dentro de lo que se denominó la nueva política, con Pablo Iglesias, Íñigo Errejón, Pablo Echenique o Juan Carlos Monedero como fundadores del partido político , Podemos, nombre basado en la candidatura del partido democrático de Obama y su Yes we can, curioso devenir político por parte de quienes pretendían tomar el cielo, por asalto como ellos mismos afirmaban y que se consideraban herederos del 15M de 2011.
Pero pronto se vio, como en cualquier otro partido político, que dentro de la organización Pablo Iglesias fue obteniendo más y más importancia relegando así a un segundo plano al resto de los miembros fundadores. La inicial lucha contra la casta, lo que el marxismo clásico ha venido denominando burguesía/clase capitalista de toda la vida, significó que aquellos que pretendían asaltar los cielos, se acabaron acomodando en el gobierno de coalición ocupando su sillón en el congreso y algún cargo dentro de algún ministerio burgués, tal fue el caso del propio Pablo Iglesias; vicepresidente segundo del gobierno durante más de la mitad de la legislatura anterior a su sustitución por Yolanda, al igual que su ex mujer Irene Montero al cargo del polémico Ministerio de Igualdad. Si aspiraban realmente desde el principio a cambiar la sociedad o únicamente a mejorar su posición personal, será un secreto que se lleven con ellos a la tumba.
En 2019 y en alianza con la antigua alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena, Iñigo Errejón acabó formando un nuevo partido bajo el nombre de Más País en el que, ahora sí, podía ejercer el liderazgo que le fue denegado en Podemos. De esta manera, se volvió a optar por la creación de un nuevo partido para satisfacer los intereses propios personales y las ambiciones políticas de dicho candidato, que habría visto frustrados sus objetivos políticos en la antigua formación morada, y nuevamente la formación de esta nueva organización como un hecho totalmente alejado respecto a la mejora de las condiciones de vida de los trabajadores. A gran parte de los sectores de izquierdas le habían vendido durante todos estos años que la clave del éxito electoral pasaba por optar la papeleta de Podemos y, ahora, sólo unos años después, han liderado la creación de nuevos partidos y fomentado la escisión, como nuevas marcas blancas del régimen capitalista. Y no nos engañemos, si Podemos ya era un partido edulcorado en lo que a marxismo se refiere, de Sumar o Más País directamente ni hablaremos.
En estos tiempos de decadencia a todas luces que atravesamos, tanto política como moral, ni siquiera IU, con su propuesta de "socialismo del siglo XXI", ni el que se supone que es el partido comunista histórico de España, el PCE, pueden considerarse ya marxistas, de la misma manera que el PSOE tiene de socialista y obrero únicamente el nombre.
Desde 2022, quien entonces ocupase doble cargo dentro del gobierno de coalición, primero como ministra de trabajo además de como vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz, quien, por otro lado, ya habría abandonado previamente su militancia, tanto en izquierda unida, como en el PCE, de manera simbólica durante los primeros meses de formación de gobierno, en concordancia con lo dictado por las grandes élites, tanto españolas como extranjeras, acabó por formar nuevamente una nueva organización política llamada Sumar que pretendía aglutinar el resto de formaciones políticas anteriores. Podríamos decir que, en resumen, la política española es un conglomerado de políticos oportunistas y trepas cuyo único afán es el deseo de beneficio personal, independientemente del signo político del que se trate.
De esta manera, al igual que en 2016, la coalición de Unidos Podemos supuso la destrucción en la práctica y la desaparición de Izquierda Unida, siete años después era Sumar la que volvía repetir la misma jugada esta vez absorbiendo a Podemos. Al final, como se puede ver, todo se trata más de carreras personales, lo que en la Antigua Roma se llamaba el cursus honorum, que de mejorar las condiciones de vida del pueblo y la clase trabajadora, cosa que, por cierto, en los países socialistas, anteponer el interés personal al colectivo está totalmente penado con la cárcel.
La mayoría de los partidos políticos españoles e internacionales se crean por intereses personales, movidos por ansias de grandeza y éxito personal, que no se engañe nadie, no son para mejorar las condiciones de vida de nadie. Resumiendo mucho, el momento de decadencia de la izquierda española ocurrió en el mismo momento de la transición, allá por los años 80, primero con la irrupción del eurocomunismo, que supuso la creación de un partido ex novo como Izquierda Unida, como formación de diversos partidos de izquierdas y los verdes, en el que también se acabó integrando el PCE, ya de por sí con un comunismo muy moderado de la llamada "tercera vía".
Aunque la formación política de Izquierda Unida estaba forma integrada por otras organizaciones políticas de izquierdas y partidos ecologistas, incluso la participación de un sector anticapitalista del Partido Carlista, la mayoría de sus integrantes formaban parte del PCE. Aunque el PCE dejaba de tener relevancia política al presentarse electoralmente como parte del bloque de IU, con lo cual su importancia pasaba por ser meramente representativa, más allá de portar el peso de las siglas históricas del que fuera el primer partido comunista de España, fundado en 1921. De esta manera, la burguesía española había logrado aquello que llevaba años ansiando, la dinamitación del principal y más importante partido comunista de nuestro país. Aunque la formación de IU nos dio algunos grandes líderes, entre los que destacan Gerardo Iglesias, Julio Anguita o Cayo Lara, este último acabó destituido por Alberto Garzón en 2016, momento en el que comenzó la quiebra y el declive de la organización, si no su desaparición. Desde la desaparición progresiva del PCE así como IU, dada su escasa relevancia en el panorama político actual, muchos votantes comunistas quedamos despojados de una opción política a la que recurrir durante el proceso electoral, a pesar de considerar las elecciones burguesas como un mero procedimiento formal más. Es desde muchos que parte del electorado comunista carece de referente comunista al que seguir, más allá de las clásicas alternativas como PCPE, PCTE y otros. Es también desde ese momento que muchos vagamos sin rumbo político, como si estuviéramos en el limbo, pasando a engrosar la fila de "comunistas sin partido" que se opusieron en su momento a formar parte del proyecto político de Podemos, ya que creían iba en contra de sus ideales, aunquee tampoco se nos dio más remedio más allá de la abstención, así como en el momento presente la candidatura personalista de Sumar de Yolanda Díaz, conocida en algunos círculos de izquierda como Sor Citröen.
Como decíamos, esta época dorada de la formación Izquierda Unida, tuvo su fin en 2016, cuando Alberto Garzón se hizo con el liderazgo de dicha organización. En la campaña electoral de ese mismo año, se puso en marcha la creación de Unidad Popular, lo que supuso el primer paso hacia la desaparición progresiva de dicha formación. Tras la repetición de las elecciones éstos acabaron por integrarse dentro de la coalición con Podemos en Unidos Podemos, los cuales acabará absorbiendo. En el 2019 y uniéndose al carro del posmodernismo pseudo revolucionario, la socialdemocracia reformista y el "lenguaje inclusivo", se le cambia el nombre a Unidas Podemos, en adelante UP. Desde entonces, la mera existencia de IU solo se concibe como una entidad política, integrada dentro de ese conjunto más amplio, la cual a su vez se encontraba integrada dentro del gobierno de coalición con el PSOE. El pretexto que se vendió entonces, fue el de la lucha contra la ultraderecha y parar el fascismo, como si del mismo 18 de julio de 1936 se tratase, promoviendo y salvaguardando así un gobierno socialdemócrata a toda costa. Se hablaba entonces de el llamado voto útil, es decir, optar por cualquiera de los partidos que integraban la coalición de Unidas Podemos así como el propio partido socialista, todo lo contrario, según dicha perspectiva, suponía desechar tu voto. ¿En qué sistema democrático se ha visto que te impongan lo que tienes que votar? Por no hablar claro esta de la abstención, la cual supone en nuestro país al menos un 35%., y que no ha sido siempre más que una muestra del descontento de la población para con sus políticos. Se hablaba entonces, al igual que ahora, del llamado "mal peor", era mejor salvaguardar un pacto con el PSOE de cara a frenar cualquier intentona de un gobierno de derechas.
Atrás quedaba el viejo lema tarareado por los partidos de izquierda "PSOE y PP la misma m****a es", atrás quedaban las críticas al sistema bipartidista, de hecho, por medio del gobierno de coalición, se contribuyó a perpetuar la persistencia de dicho modelo. Tal vez ahora PP y PSOE no se disputarán entre sí el dominio único del tablero, pero con la connivencia de los partidos muleta como Podemos, el PSOE pudo consolidarse durante cuatro años más como partido del gobierno. Se alejó entonces por parte de de los partidos que formaban parte de UP de la retórica pseudo revolucionaria empleada en el ambiente previo a las elecciones, El PSOE ya no era el de la cal viva o el terrorismo de los GAL, como exclamaba entonces el líder de Podemos Pablo Iglesias, sino que se veía como un candidato potencial de cara a formar gobierno en conjunto. El pretexto era a toda costa, frenar un gobierno de la ultraderecha, de PP y VOX, pero es que, ¿acaso PSOE, Unidas Podemos y parte de los partidos nacionalistas periféricos tenían más derecho que los primeros a formar gobierno? ¿Acaso hemos mejorado como parte de la mayoría social trabajadora nuestras condiciones bajo este gobierno de coalición de izquierdas durante los últimos cuatro años? Las tasas de desempleo siguen por las nubes, los grandes capitalistas siguen amasando fortunas tras el fin de la pandemia y, en especial tras la situación de recesión económica motivada por la crisis de la guerra de Ucrania. La brecha social entre ricos y pobres se dispara cada vez más y más y debemos preguntarnos, si esto sucede con un supuesto gobierno de izquierdas, la cosa no debería de distar mucho bajo una legislatura de derechas.
Al final todo se trata de una farsa electoral, gobierne quien gobierne jamás gobernarán para nosotros, la mayoría social trabajadora, el sistema capitalista podrá seguir campando a sus anchas ante la ausencia de un partido comunista fuerte y en definitiva el movimiento obrero organizado. La clase burguesa nacional ha sido la primera beneficiada de este último gobierno de coalición, que ha destacado por la ausencia total de huelgas generales y la desmovilización total de la izquierda, porque, como comentaba en entradas anteriores; ¿cómo oponerse a un gobierno de izquierdas siendo de izquierdas? La clave para hacer frente al cacao ideológico pasaría por empezar a comprender qué es y no es la izquierda. Por ese motivo creo que este último gobierno de coalición ha hecho muchísimo más daño que un gobierno de derechas, ya que únicamente con gobiernos reaccionarios la izquierda parece movilizarse y prepararse para la ofensiva, pues las falsas expectativas del gobierno socialdemócrata lo desvían del principal camino de la revolución y la lucha de clases. No tenemos nada que perder, salvo nuestras cadenas, tiemblen si quieren, las clases dominantes ante la perspectiva de una revolución comunista, tenemos, en cambio, un mundo entero que ganar. ¡Proletarios de todos los países, uníos!.
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